de nuestro profe bolívar
28/03/19 19:23 De Nuestro Profe
DE NUESTRO PROFE:
En busca de Bolívar de William Ospina:
La necesidad de…
DE NUESTRO PROFE
En busca de Bolívar de William Ospina: La necesidad de desarmar un libro para disfrutarlo en el club de lectura LECTORES 10
En busca de Bolívar de William Ospina es un libro imposible de encasillar, pero consecuente con las potencialidades del autor. No es una biografía pura y dura, tampoco es una biografía novelada, ni un ensayo histórico, y mucho menos una novela de ficción. Sin embargo, se encuentran elementos de esos géneros dando como resultado un libro original, distante a cualquier etiqueta. En este libro su autor, sin exponer una sola fecha o recurrir a un determinado orden cronológico, consigue mostrarnos la humanidad de Simón Bolívar desde la juventud hasta la madurez. De ese hombre ambicioso que después de conocer a Napoleón supo hasta donde quería llegar. Un mortal que ganó y perdió, no pocas veces, en el amor, en la política, en la guerra, en el juego. Que tuvo la osadía de libertarnos no una, sino dos veces. Que fracasó en varias batallas y supo retirarse para regresar y ganar las decisivas. Qué administró sus ejércitos y estuvo invariablemente atento a las necesidades trascendentes e intrascendentes de sus soldados. Amado y odiado por multitudes hasta el sol de hoy, murió con la amargura de no poder construir una América total, sin fronteras.
Ese tipo de reflexiones y conclusiones nos inspiró el libro En busca de Bolívar al leerlo en nuestro club. Con el propósito de disfrutarlo al máximo, lo dividí en dos partes a pesar de su poca extensión. En la primera sesión hice una ronda con todos los participantes pidiéndoles que le dieran respuesta a la siguiente pregunta: ¿Quién era Bolívar para usted antes de leer el libro de William Ospina y quién es Bolívar hoy después de la lectura de esas páginas? Lo sorprendente fue descubrir que varios integrantes del grupo sabían muy poco de Bolívar o tenían una imagen idílica de él configurada por el recuerdo de unas anodinas clases de colegio. La segunda pregunta de conversación fue respecto a la impresión que les dejó esa primera lectura. En términos generales el grupo manifestó fascinación, tanto por el personaje como por el autor de quien admiran su precisión, agudeza y en general su inteligencia para expresar ideas y hechos, por demás rigurosamente documentados. Ya el plato fuerte tuvo que ver con remitirnos a frases o fragmentos subrayados que permitieron abrir el libro a otras fuentes de consulta para tener mayor claridad de hechos que en ocasiones el autor da por sentado que los lectores conocemos. Esta afirmación la puedo ilustrar con dos ejemplos. El primero. William Ospina escribe: “Ese pasaporte que después sería calumniado por Hippesley y difamado por Marx…” Ese enunciado en las primeras páginas de un libro de esta naturaleza asusta. ¿Acaso Marx no creía en Simón Bolívar? Efectivamente, pero para entender esto de modo más objetivo le solicité a un integrante del club que leyera en voz alta una carta que Marx le envío a Engels en 1.858 y que posteriormente se tituló: ¿Qué pensaba Karl Marx, el fundador del socialismo, de Simón Bolívar? Charles Dana, director del New York Daily Tribune, solicitó a Marx y a Engels biografías de grandes personalidades para incorporarlas en la New American Cyclopaedia. Marx envió ese escrito que finalmente no sería publicado por Dana por considerarlo prejuiciado y carente de fuentes fidedignas de corroboración, consideraciones que terminó reconociendo el mismo Karl. Ese documento fue publicado muchos años después, en 2.001, por Ediciones Sequitur de Madrid. “En ese texto Marx se refirió a Simón Bolívar como el "canalla más cobarde, brutal y miserable. Bolívar es el verdadero Soulouque. La fuerza creadora de los mitos, característica de la fantasía popular, en todas las épocas ha probado su eficacia inventando grandes hombres. El ejemplo más notable de este tipo es, sin duda, el de Simón Bolívar". Pueden ya imaginar, con semejantes insumos, lo fructífera que puede resultar una discusión de esa naturaleza en un grupo de lectores colombianos.
Segundo ejemplo. William Ospina escribe haciendo referencia a Bolívar: “…y tuvo suficiente roce con la corte para derribar, en una rabieta de adolescente, el sombrero del joven príncipe y ver que la reina le concedía la razón en su colera” En general el autor afirma que Bolívar tuvo un juego con un príncipe que posteriormente sería el rey Fernando VII, a quien muchos años después combatiría para liberarnos. El historiador venezolano Vicente Echerri tiene un texto donde explica en detalle esta afirmación de Ospina. Fue leído en voz alta en el club y representó un delicioso descubrimiento. Cito el fragmento que da claridad a la afirmación: “Por el tiempo en que Bolívar jugó con el heredero del trono de España, era usual un partido entre dos personas que le pegaban hacia atrás y hacia adelante a una pelota de caucho emplumada (antecesora de la pelota de bádminton) con un bate (no con una raqueta) tantas veces como pudieran sin que la pelota llegara a tocar el suelo. Era un deporte sencillo, pero agotador, que —de la misma manera que ocurre hoy con el tenis— exigía gran destreza y resistencia de quienes lo practicaban. Al parecer el joven Bolívar no le dio sosiego a su rival que, por el contrario, esperaba que lo dejaran ganar el partido, a lo que quizás lo tuviesen acostumbrados sus otros contrincantes deportivos que lo adulaban. De repente, un pelotazo de Simón le arrancó el sombrero al príncipe, que respondió con una auténtica rabieta y la exigencia de que su rival se disculpara, a lo que éste se negó…” Sin estos textos y otros que compartimos en la segunda sesión, la lectura habría quedado a medias. Hacer este ejercicio resultó además fascinante porque quizá ese tipo de búsquedas tuvo que hacer William Ospina para armar el libro. Nosotros desandamos su camino para desarmar la narración y así hacernos a un disfrute mayor.
Un hecho particular es que un par de integrantes no tuvieron empatía con el libro. Una porque es amante de la ficción, realmente no le atraen géneros cercanos a lo documental, pero lo leyó y participó del asombro de ese hombre apellidado Bolívar. Otro básicamente no encontró conexión así que su pareja le compró El general en su laberinto de Gabriel García Márquez con el cual se identificó profundamente y llevó comentarios y subrayados de ese libro que enriquecieron la discusión. Otro aporte monumental fue el del integrante que se atrevió con el libro Bolívar de Indalecio Liévano Aguirre.
Para la segunda sesión, sumergidos en la psiquis de Bolívar, le pedí al lector de Indalecio que le contara al grupo aspectos a resaltar de esa investigación realmente histórica. Fueron apasionantes los datos e informaciones que entregó y que agigantaron la lectura de nuestro libro. Luego con otros textos ampliamos afirmaciones del libro En busca de Bolívar, verbi gracia los presidentes haitianos que se masacraron entre ellos y la historia de Alexandre Pétion, el presidente negro que ayudó a Simón Bolívar con dinero, armas y hombres para que recuperara nuestros países de las garras del cruel Morillo a cambio de que liberara los esclavos de América. La parte final fue comentar los subrayados de cada integrante hechos tanto al libro de Ospina como al de Gabo, ya que por el chat interno había invitado a los lectores voraces a que se sumaran a la lectura de El general en su laberinto, fue así como el libro de un William Ospina catecúmeno de Gabo, fue enriquecido con expresiones poéticas como la siguiente: “Manuela necesitó de más tiempo para que él le permitiera seguirlo, pero cuando por fin lo hizo fue una mudanza de gitanos, con los baúles errantes en una docena de mulas, sus esclavas inmortales, y once gatos, seis perros, tres micos educados en el arte de las obscenidades palaciegas, un oso amaestrado para ensartar agujas, y nueve jaulas de loros y guacamayas que despotricaban contra Santander en tres idiomas.”
Todo muy grato, pero el pago en oro para un coordinador de un club de lectura, lo saben quiénes lo han dirigido o lo dirigen en la actualidad, es cuando un integrante levanta la mano y dice: profe, quiero leer un escrito mío. Esta vez fue así, sobrevino algo que rebozó mi dicha. La integrante, que una vez manifestó no gustarle las narraciones históricas que dan muchas vueltas como las de Medio sol amarillo de la escritora nigeriana Chimananda Ngozi Adichie, hizo su lectura mientras el silencio nos aplastó. Casi al final del texto decía lo siguiente: “Me ha dolido el pecho, en toda la lectura del libro, me ha faltado el aire, me siento desgarrada por mi indiferencia ante mi pobre conocimiento de Bolívar, a quien a su vez con la lágrima en el ojo le estoy profundamente agradecida porque permitió que mi piel que está arraigada a esta tierra y mi cabeza que navega en la libertad, nos abriera las puertas de selvas, páramos, ríos, mares y océanos para respirar por fin lo que llamamos nuestra Colombia querida.”
Luis Bernardo Yepes Osorio
Marzo de 2019
El Retiro, Colombia
En busca de Bolívar de William Ospina: La necesidad de desarmar un libro para disfrutarlo en el club de lectura LECTORES 10
En busca de Bolívar de William Ospina es un libro imposible de encasillar, pero consecuente con las potencialidades del autor. No es una biografía pura y dura, tampoco es una biografía novelada, ni un ensayo histórico, y mucho menos una novela de ficción. Sin embargo, se encuentran elementos de esos géneros dando como resultado un libro original, distante a cualquier etiqueta. En este libro su autor, sin exponer una sola fecha o recurrir a un determinado orden cronológico, consigue mostrarnos la humanidad de Simón Bolívar desde la juventud hasta la madurez. De ese hombre ambicioso que después de conocer a Napoleón supo hasta donde quería llegar. Un mortal que ganó y perdió, no pocas veces, en el amor, en la política, en la guerra, en el juego. Que tuvo la osadía de libertarnos no una, sino dos veces. Que fracasó en varias batallas y supo retirarse para regresar y ganar las decisivas. Qué administró sus ejércitos y estuvo invariablemente atento a las necesidades trascendentes e intrascendentes de sus soldados. Amado y odiado por multitudes hasta el sol de hoy, murió con la amargura de no poder construir una América total, sin fronteras.
Ese tipo de reflexiones y conclusiones nos inspiró el libro En busca de Bolívar al leerlo en nuestro club. Con el propósito de disfrutarlo al máximo, lo dividí en dos partes a pesar de su poca extensión. En la primera sesión hice una ronda con todos los participantes pidiéndoles que le dieran respuesta a la siguiente pregunta: ¿Quién era Bolívar para usted antes de leer el libro de William Ospina y quién es Bolívar hoy después de la lectura de esas páginas? Lo sorprendente fue descubrir que varios integrantes del grupo sabían muy poco de Bolívar o tenían una imagen idílica de él configurada por el recuerdo de unas anodinas clases de colegio. La segunda pregunta de conversación fue respecto a la impresión que les dejó esa primera lectura. En términos generales el grupo manifestó fascinación, tanto por el personaje como por el autor de quien admiran su precisión, agudeza y en general su inteligencia para expresar ideas y hechos, por demás rigurosamente documentados. Ya el plato fuerte tuvo que ver con remitirnos a frases o fragmentos subrayados que permitieron abrir el libro a otras fuentes de consulta para tener mayor claridad de hechos que en ocasiones el autor da por sentado que los lectores conocemos. Esta afirmación la puedo ilustrar con dos ejemplos. El primero. William Ospina escribe: “Ese pasaporte que después sería calumniado por Hippesley y difamado por Marx…” Ese enunciado en las primeras páginas de un libro de esta naturaleza asusta. ¿Acaso Marx no creía en Simón Bolívar? Efectivamente, pero para entender esto de modo más objetivo le solicité a un integrante del club que leyera en voz alta una carta que Marx le envío a Engels en 1.858 y que posteriormente se tituló: ¿Qué pensaba Karl Marx, el fundador del socialismo, de Simón Bolívar? Charles Dana, director del New York Daily Tribune, solicitó a Marx y a Engels biografías de grandes personalidades para incorporarlas en la New American Cyclopaedia. Marx envió ese escrito que finalmente no sería publicado por Dana por considerarlo prejuiciado y carente de fuentes fidedignas de corroboración, consideraciones que terminó reconociendo el mismo Karl. Ese documento fue publicado muchos años después, en 2.001, por Ediciones Sequitur de Madrid. “En ese texto Marx se refirió a Simón Bolívar como el "canalla más cobarde, brutal y miserable. Bolívar es el verdadero Soulouque. La fuerza creadora de los mitos, característica de la fantasía popular, en todas las épocas ha probado su eficacia inventando grandes hombres. El ejemplo más notable de este tipo es, sin duda, el de Simón Bolívar". Pueden ya imaginar, con semejantes insumos, lo fructífera que puede resultar una discusión de esa naturaleza en un grupo de lectores colombianos.
Segundo ejemplo. William Ospina escribe haciendo referencia a Bolívar: “…y tuvo suficiente roce con la corte para derribar, en una rabieta de adolescente, el sombrero del joven príncipe y ver que la reina le concedía la razón en su colera” En general el autor afirma que Bolívar tuvo un juego con un príncipe que posteriormente sería el rey Fernando VII, a quien muchos años después combatiría para liberarnos. El historiador venezolano Vicente Echerri tiene un texto donde explica en detalle esta afirmación de Ospina. Fue leído en voz alta en el club y representó un delicioso descubrimiento. Cito el fragmento que da claridad a la afirmación: “Por el tiempo en que Bolívar jugó con el heredero del trono de España, era usual un partido entre dos personas que le pegaban hacia atrás y hacia adelante a una pelota de caucho emplumada (antecesora de la pelota de bádminton) con un bate (no con una raqueta) tantas veces como pudieran sin que la pelota llegara a tocar el suelo. Era un deporte sencillo, pero agotador, que —de la misma manera que ocurre hoy con el tenis— exigía gran destreza y resistencia de quienes lo practicaban. Al parecer el joven Bolívar no le dio sosiego a su rival que, por el contrario, esperaba que lo dejaran ganar el partido, a lo que quizás lo tuviesen acostumbrados sus otros contrincantes deportivos que lo adulaban. De repente, un pelotazo de Simón le arrancó el sombrero al príncipe, que respondió con una auténtica rabieta y la exigencia de que su rival se disculpara, a lo que éste se negó…” Sin estos textos y otros que compartimos en la segunda sesión, la lectura habría quedado a medias. Hacer este ejercicio resultó además fascinante porque quizá ese tipo de búsquedas tuvo que hacer William Ospina para armar el libro. Nosotros desandamos su camino para desarmar la narración y así hacernos a un disfrute mayor.
Un hecho particular es que un par de integrantes no tuvieron empatía con el libro. Una porque es amante de la ficción, realmente no le atraen géneros cercanos a lo documental, pero lo leyó y participó del asombro de ese hombre apellidado Bolívar. Otro básicamente no encontró conexión así que su pareja le compró El general en su laberinto de Gabriel García Márquez con el cual se identificó profundamente y llevó comentarios y subrayados de ese libro que enriquecieron la discusión. Otro aporte monumental fue el del integrante que se atrevió con el libro Bolívar de Indalecio Liévano Aguirre.
Para la segunda sesión, sumergidos en la psiquis de Bolívar, le pedí al lector de Indalecio que le contara al grupo aspectos a resaltar de esa investigación realmente histórica. Fueron apasionantes los datos e informaciones que entregó y que agigantaron la lectura de nuestro libro. Luego con otros textos ampliamos afirmaciones del libro En busca de Bolívar, verbi gracia los presidentes haitianos que se masacraron entre ellos y la historia de Alexandre Pétion, el presidente negro que ayudó a Simón Bolívar con dinero, armas y hombres para que recuperara nuestros países de las garras del cruel Morillo a cambio de que liberara los esclavos de América. La parte final fue comentar los subrayados de cada integrante hechos tanto al libro de Ospina como al de Gabo, ya que por el chat interno había invitado a los lectores voraces a que se sumaran a la lectura de El general en su laberinto, fue así como el libro de un William Ospina catecúmeno de Gabo, fue enriquecido con expresiones poéticas como la siguiente: “Manuela necesitó de más tiempo para que él le permitiera seguirlo, pero cuando por fin lo hizo fue una mudanza de gitanos, con los baúles errantes en una docena de mulas, sus esclavas inmortales, y once gatos, seis perros, tres micos educados en el arte de las obscenidades palaciegas, un oso amaestrado para ensartar agujas, y nueve jaulas de loros y guacamayas que despotricaban contra Santander en tres idiomas.”
Todo muy grato, pero el pago en oro para un coordinador de un club de lectura, lo saben quiénes lo han dirigido o lo dirigen en la actualidad, es cuando un integrante levanta la mano y dice: profe, quiero leer un escrito mío. Esta vez fue así, sobrevino algo que rebozó mi dicha. La integrante, que una vez manifestó no gustarle las narraciones históricas que dan muchas vueltas como las de Medio sol amarillo de la escritora nigeriana Chimananda Ngozi Adichie, hizo su lectura mientras el silencio nos aplastó. Casi al final del texto decía lo siguiente: “Me ha dolido el pecho, en toda la lectura del libro, me ha faltado el aire, me siento desgarrada por mi indiferencia ante mi pobre conocimiento de Bolívar, a quien a su vez con la lágrima en el ojo le estoy profundamente agradecida porque permitió que mi piel que está arraigada a esta tierra y mi cabeza que navega en la libertad, nos abriera las puertas de selvas, páramos, ríos, mares y océanos para respirar por fin lo que llamamos nuestra Colombia querida.”
Luis Bernardo Yepes Osorio
Marzo de 2019
El Retiro, Colombia